Acabo de regresar de San Pancho, una playa cerca de Vallarta en Nayarit. Está muy bonita, pintoresca y turística. Llegamos ahí para variar de Sayulita, acampamos de miércoles a domingo y hasta que quedé prieto como Morgan Freeman.
Una noche agarramos la peda en la plazuela local, con banda tocando y todo. Verán, I have this thing de irme a media peda a pensar alone, mi tiempo autista por así decirlo, y más en la playa donde no hay luces y comparas al cielo con el cuerpo desnudo de una mujer, sin ropa que oculte su belleza, una atadura visual que impide dejar de verlo, sin pena de exhibirlo y con ganas de alcanzarlo.
Había unos troncos como de 3 metros sobre la playa, por un momento pensé que era un caballo hasta que los vi bien. Pero ese caballo fue una idea, por lo tanto existe. En el universo todo es energía, todo está en movimiento, los pensamientos e ideas también son energía: Si la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma... a dónde van a parar ese número infinito de ideas creadas a cada mil millonésima de segundo por cada persona.
Al día siguiente, nos echamos como marranas en la playa sin hacer nada más que escuchar reggae, llega una morra y platicamos ella y yo durante horas de ese pedo que traía, ella sugirió el mundo de las ideas de la corriente platónica, en lo personal no soy tan afiliado a esa corriente porque afirma que el humano lo sabe todo y solo viene a recordar... no me convence.
Ese mismo día en la noche, en mi momento autista frente a la playa, no pude ver el cielo porque se vistió de nubes, así que me la pasé viendo las olas, su espuma que reflejaba la luna y recordé una película de mi infancia: "El Último Unicornio". Me acuerdo que los unicornios estaban atrapados en las olas y cada que tocaban tierra trataban de escapar. Le daba forma de unicornio a las olas que veía, me divertía crear tantos unicornios, crear existencia.
